¡El justo descanso!


En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo:

-«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.»

Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
(Mc 6, 30-34)

¡Volver para contar! Los apóstoles recurren con frecuencia al Maestro para decirle qué tal ha ido la jornada, las dificultades, las pequeñas victorias alcanzadas, los fracasos y dolores. Contar, comunicar, sacar del propio corazón lo que en él llevamos es algo más que catarsis, es la oportunidad de salir de nosotros mismos y de poner nuestras vidas en manos de otro. ¡Imagínate si ese "otro" es el mismo Dios! Contar con alguien para poner en sus manos nuestro corazón es una tarea muy difícil, porque la desconfianza y el aislamiento nos pueden, nos sobrepasan. Lo curioso es que con nuestros silencios acabamos provocando lo que queremos evitar: la soledad. ¡Si mirásemos en nuestros hermanos el rostro concreto de Dios, seguramente el panorama sería otro!

Pero la respuesta de Jesús sólo puede ser la del Hombre Nuevo: "Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco". Ante tanto agobio y ruleta de emociones, Jesús da en el clavo, invitándonos a descansar, sabiendo que sólo en Él está nuestra paz, o mejor aún, Él mismo es nuestra Paz, nuestro Descanso. 

Nos pasamos la vida buscando sucedáneos (¡cuántos recetarios, grageas, gurús y coaches de autoayuda nos hemos consumido a lo largo de los años, creyendo encontrar la solución!), remedios baratos que nos tranquilicen la mente retorcida, la memoria corrompida y la voluntad distorsionada y enferma, pero no vamos a la Fuente de Agua Viva, de la que mana nuestra salud y nuestro remanso más hondo. Y eso solamente, querido amigo, lo puede hacer Dios, tu Creador, tu Hacedor. Un árbol puede sobrevivir muy poco tiempo sin sus raíces, un río se seca rápidamente si no se mantiene conectado a su fuente. Lo mismo ocurre con nosotros, sin Él no somos nada, no podemos nada, aunque nos pasemos la vida cruzados de brazos y con el ceño fruncido quejándonos de lo mal que nos va. Pero lo más grande de nuestro Dios, el Dios de Jesús, el Dios humano, es que Él nos ama tan locamente, que se ofrece a sí mismo y gratuitamente para ser nuestro "sitio", nuestro Hogar, nuestro lugar de encuentro y reposo. 

¿Lo buscas para contarle tus "cosas"?
¿Experimentas en Él tu "sitio", tu lugar de reposo?
¿Buscas la Fuente o te quedas chapoteando entre charcos?

La pista que nos enseña a discernir si vamos mal la encontramos en nosotros mismos: nuestras actitudes quejicas, nuestro malhumor, nuestro agotamiento permanente, nuestro desánimo y cansancio integral, y las tantas cosas que nos disgustan de los demás, especialmente de aquellos a quienes mal-llamamos "tóxicos" (lo mismo que decir "leprosos", como si la medida del comportamiento de los otros somos nosotros mismos. ¡Vaya ego el nuestro!) 

Por el contrario, la clave de que vamos por buen camino la encontramos en la paz que experimentamos interiormente como realidad profunda capaz de hacernos salir de nosotros mismos con ilusión y alegría, y de continuar viviendo desde la quietud del corazón en medio de los tormentos y circunstancias adversas, sea en medio de los conflictos cotidianos, de una enfermedad o de alguna herida abierta. Jesús nos enseña a no huir de la realidad para buscar la "calma" (siempre transitoria), y a enfrentarnos a los ruidos de este mundo sin perder la paz del corazón. ¡He ahí el gran reto: convertir la herida en cicatriz! Y eso solamente puede hacerlo Él. Pero, hasta que nos convencemos de ello... 

Que el verano, tiempo de descanso, sea un verdadero kairós, un tiempo propicio para reponer las fuerzas poniendo toda nuestra vida de barro en manos del Alfarero, que reconstruya todas nuestras grietas y heridas, y que nos reconforte la libertad, la memoria, el entendimiento y la voluntad para continuar el camino con más ganas de vivir y más esperanza. 

Recuerda que seguimos caminando juntos mientras cantamos, porque no voy delante, voy contigo. ¡El Buen Pastor es quien nos guía!

Tu amigo, P. Samuel. 

Comentarios

  1. Alavado sea nuestro creador que nos guía por la vereda del conocimiento, del amor y de la Paz.

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  2. En Dios debe estar puesta nuestra confianza... q hermosa explication... gracias Samuel

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  3. Yes!!! In my own life I have discover that the more I get closer to Jesus, the more peace and joy I have. Even in the midst of turmoil

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