¡Viva Cristo Rey!

 

En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús:

«¿Eres tú el rey de los judíos?».

Jesús le contestó:

«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».
Pilato replicó:

«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».

Jesús le contestó:

«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».

Pilato le dijo:

«Entonces, ¿tú eres rey?». 

Jesús le contestó:

«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz». (Jn 18, 33b-37)


Este finde intenso y frío, hemos celebrado una fiesta muy especial para la Iglesia y, por supuesto, para nuestra comunidad parroquial de Cristo Rey, cuyo nombre nos identifica. 

He dejado pasar un par de días para escribirte a ti, amigo parroquiano y colaborador, cercano o lejano, después de haber vivido juntos momentos inolvidables como familia. Hoy, más que hacer la reflexión habitual en torno a la Palabra, quiero expresar con humilde gratitud todo lo que ha dejado a su paso la celebración comunitaria con los niños, las familias, los abuelos y nuestros acogidos migrantes, así como la participación de las organizaciones civiles que han colaborado en la gestión y animación de cada actividad realizada. ¡Un GRACIAS inmenso por tanto empeño y disponibilidad!

Contemplando todo lo vivido a la luz de la Palabra de Dios con la que hemos celebrado la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, sobran las palabras, como sobraron en Jesús cuando, al ser interrogado por Pilato, sólo respondió, con firmeza: "¡Soy rey!", porque cuando se testimonia el amor, las palabras sobran. Así nos lo muestra Jesús, en palabras y en obras, pero sobre todo en el gesto radical y redentor de la Cruz, donde reina victorioso, en un acto culmen de amor, el Amor hecho Servicio, el Amor crucificado por amor a ti, a mí, a todos. 

Algo se mueve en nuestra comunidad. Mejor dicho, "Alguien" revolotea sin cesar en medio de nuestras presencias personales y comunitarias, incluso en medio de aquellos colectivos del barrio que, sin profesar explícitamente la fe, confiesan con sus acciones solidarias la posibilidad auténtica de hacer "Reino de Dios", construyendo un mundo más humano, más fraterno, más unido. ¡Ese "Alguien" es el Espíritu Santo, Dios en acción y asistencia permanente! Ésta es la experiencia que hemos vivido, a veces entre ruidos, otras veces entre susurros y silencios. Algunos llevando la delantera en las actividades, otros detrás de los telones. Todos hemos hecho visible la posibilidad de un barrio mejor, de una sociedad unida en la diversidad, mosaico que refleja el rostro vivo del Dios de Jesús, Dios - Comunión. 

Me atrevo a decir con cierta osadía pero también con sensatez, que durante esta Fiesta de Cristo Rey hemos podido hacer realidad las tres palabras que el Papa Francisco invita a vivir como Iglesia: Comunión - Participación - Misión. ¡No son palabras vacías cuando sentimos tanta ilusión ante la vida! Hoy se van haciendo posibles gracias a ti, a tu presencia y apoyo, a tu buen hacer, a tu fe inquebrantable, a tu confianza y disponibilidad. 

Gracias a ti, joven dinamizar, niño inquieto y frágil, matrimonio unido en alegría, cantor, jotero y acordeonista. Gracias a los coros que animaron la Eucaristía mayor. 

Gracias a los acogidos por los Peregrinos de la Esperanza, algunos recién llegados a España, para quienes todo es novedad. ¡Bienvenido a casa! 

Gracias a ti, abuelo, abuela, que has venido andando, de lejos o cerca, pero con dificultades para andar y los miedos que te ha dejado la pandemia, ¡pero has estado! Estamos llamados a seguir cuidando de ti, y lo haremos. 

Gracias al Consejo Pastoral parroquial, a los grupos que conforman nuestra parroquia, a mis "manos derechas" -el equipo animador de la Asociación Peregrinos de la Esperanza-. Sobre todo, un gracias enorme a mis hermanos: el Padre Horacio, el diácono José Miguel y al seminarista Luis. Nos hacemos signos creíbles de comunión cuando cada uno se comprende parte importante de la misión mientras caminamos juntos.  

Gracias por tu presencia, hermano parroquiano, rostro desconocido. Te vi emocionado al escuchar los cantos, las palabras de bienvenida, los saludos entre vosotros. Constato que sin ti no sería igual. 

No olvides que como párroco camino contigo. Por eso te pido perdón si por alguna razón no te has sentido acogido, o si no he podido atenderte como merecía tu presencia. Lo importante es que ahora, aun con mis límites, reitero con un corazón pleno y agradecido, que eres importante para mí, para nosotros, para tu casa, para la Parroquia de Cristo Rey, para el barrio de Las Fuentes. 

Seguimos adelante, el Espíritu nos precede y nos empuja a continuar sin miedo, con alegría y paz. Sin miedo, sigamos siendo signos del amor de Dios entre nuestros vecinos, casa entre las casas, lugar de encuentro, hogar, calor y compañía. ¡Nos necesitamos unos a otros! 

¡Viva Cristo Rey!

Te abrazo, 

P. Samuel. 


Comentarios

  1. Sin estar allí, se que EL espíritu hizo y está haciendo mucho en tu parroquia.. Te conozco de hace muchos años y sé lo que Dios mueve y puede hacer a través de ti.... Eres un apasiinado de la misión, del arte, de la música, de Dios... Y esa combinación atrae hasta el más indiferente... Dios siga bendiciendo tu vida con mucha salud para que sigas llevándolo a tantos que necesitan de El. Un abrazo amigo, hermano, confidente...

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