Vivir "en cristiano": ¡lo que no está de moda!


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: 

«A vosotros los que me escucháis os digo: amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os calumnian. 

Al que te pegue en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite la capa, no le impidas que tome también la túnica. A quien te pide, dale; al que se lleve lo tuyo, no se lo reclames. 

Tratad a los demás como queréis que ellos os traten. Pues, si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien solo a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores hacen lo mismo. 

Y si prestáis a aquellos de los que esperáis cobrar, ¿qué mérito tenéis? También los pecadores prestan a otros pecadores, con intención de cobrárselo. 

Por el contrario, amad a vuestros enemigos, haced el bien y prestad sin esperar nada; será grande vuestra recompensa y seréis hijos del Altísimo, porque él es bueno con los malvados y desagradecidos. 

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso; no juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados; dad, y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante, pues con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros» (Lc 6, 27-38)

Amar... hacer el bien... bendecir... orar... 

Es fácil encontrarnos con el amor cuando nos sentimos correspondidos; decimos hacer el bien cuando las condiciones juegan siempre a nuestro favor; bendecimos ("decimos bien...") cuando el objeto de nuestra bendición es un ser, cosa o situación apreciada; oramos generalmente en clave de súplica egoísta para que se hagan realidad nuestros deseos... ¡No nos mintamos! Seguir a Cristo -hoy lo corroboro con bastante seriedad- es muy exigente y, sin duda alguna, por nuestras propias fuerzas, nos resulta imposible. 

Y es que esto de ser cristiano, "al modo de Cristo", irónicamente no es común, no mola, no tiene "chicha", incluso hasta pensamos que nos es perjudicial. Si nos plantamos unos minutos a meditar en las serias consecuencias del seguimiento de Cristo, hay pocas ganas. ¿En serio que nos toca amar lo despreciable? ¿De verdad que hay que orar por quienes nos difaman? ¿En serio que estaría dispuesto a bendecir a quien me desea lo peor? ... ¡No, esto de vivir "en modo cristiano" no está de moda porque no apetece la humildad ante tanta arrogancia, no mola callar ante quien dice de mí injustamente, no somos capaces de perdonar la ofensa respondiendo con amor sincero...! ¡No, no está de moda esto de ser seguidor de un "iluso"! 

Está claro que también hoy el programa de felicidad que Jesús nos plantea sigue siendo una propuesta "subversiva" y contrastante con nuestros modos humanos tan instalados, tan nuestros, tan fácilmente crueles, rencorosos y reticentes a todo lo que nos signifique perder. Por eso solamente es posible para quien tiene fe, para quien ha descubriendo la locura de un Padre misericordioso que perdona y ama nuestras llagas, lo más herido y miserable de nosotros mismos. Cuando experimentamos ese amor "intrusivo" que irrumpe en nuestras dinámicas de éxito y de relación, nos encontramos desarmados y carentes de cualquier poder para responder por la sola voluntad a estos parámetros de plenitud real y de paz. Es ahí cuando comprendemos que sólo el Amor de Dios puede cambiarnos por dentro, que sólo su gesto extremo consumado en la Cruz puede poner en entredicho nuestras limitadas formas de querer, que solamente siendo habitados por su Espíritu es posible cambiar la mirada y contemplar nuevos horizontes, los plenamente humanos, los que nos alcanzan la paz verdadera y el consuelo más duradero. 

Por muy "correctos" y coherentes que pretendamos ser, la novedad que nos otorga el rostro de Dios y la realidad del hombre, -revelados ambos plenamente en Jesús- sobrepasa cualquier ética o cualquier lógica puramente moral, por más consistente que ésta sea, rompiendo los límites de cualquier esquema retributivo en que vivimos. 

¡No! Jesús no está de moda, vivir como Él exige convertir nuestra mente y corazón, implica subir demasiado el listón de la felicidad. Es preferible acomodarnos a lanzar juicios contra los otros carentes de cualquier compromiso; nos resulta mejor apartarnos de quienes no nos quieren y quedarnos con aquellos que nos aplauden. La comodidad nos puede tanto, que preferimos vivir lo convencional del "ojo por ojo", de manera que no sufrimos el dolor y la desilusión de los buenos perdedores. 

Lo triste de todo es que, encadenados a este bucle, seguimos deambulando desesperadamente en busca de una felicidad a nuestra medida, donde siempre estemos a gusto, donde todo vale y donde sólo importa mi bienestar individual. Ahora bien, que no se nos olvide que "con la medida con que midiereis se os medirá a vosotros". 

Pidamos al Señor que nos enseñe y anime a vivir desde su amor radical, aunque no esté de moda. 

Te abrazo con afecto.

P. Samuel 

Comentarios

  1. Tan difícil de cumplir y tan cierto,ojalá pudiéramos ser así , Dios nos Bendiga,gracias Samuel

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  2. Vivir a la manera de Cristo no es fácil pero es más reconfortante y siempre contamos con su ayuda cuando caemos. El asunto es seguir adelante con la mirada puesta en El.
    Excelente mensaje Padre Samuel.
    Un abrazo.

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