¡Dios es "Dios-con-nosotros"!


La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que habla dicho el Señor por medio del profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrán por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”».
Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y acogió a su mujer.
 

(Mt 1, 18-24)

Nos acercamos a celebrar la Navidad, la concreción del misterio de la Encarnación. Dios se abaja hasta lo más profundo asumiendo nuestra condición humana y, desde ella, abraza a toda la humanidad para salvarla. Se ha llevado siglos preparando al pueblo de Israel, pequeño, pobre y escondido. Va irrumpiendo con una pedagogía casi silente, entre proezas y promesas de redención. Y llega una hora en que su Mensajero anuncia y pide permiso, siempre anteponiendo un "¡No temas!" en sus palabras. 

Ya en la antesala, es José el protagonista de esta historia de amor consumado. La manera de Dios, siempre sutil pero firme, por fin encuentra custodia en un hombre dócil y obediente. José sabe escuchar y discernir la voz de Dios de otras voces que buscan no meter toda la carne en el asador y presume de una prudencia que es más cobardía que fe. Dios hace a José una propuesta osada, y pide una respuesta afirmativa ante semejante locura. ¡José despertó de su sueño! 

Quizás en nuestra vida seguimos bajo los efectos de nuestros "sueños", aquellos que manifiestan nuestros egos que ciegan el mirar los planes de Dios para nosotros. Al vivir tan centrados en lo que deseamos para nosotros sin mirar al cielo ni a nuestro alrededor (¡sólo el ombligo cuenta!), nos perdemos de la parte más importante de esta película que es la vida y su sentido. ¿De qué te vale tanto afán inmediato de ambiciones banales si en tus planes no hay un hueco para el Dueño de tu vida? Aunque presumamos únicamente de unos logros a base de voluntarismos y creyéndonos el cuento de que somos libres y el centro del universo, siempre llegarán a nuestras vidas signos sobrenaturales que irán irrumpiendo, tarde o temprano, el sentido de nuestra existencia. Racionalismos exacerbados, evasión y sublimaciones superficiales no son más que mecanismos de defensa ante un Dios que quiere acercarse a tu historia y salvarte. Imagínate si José se hubiera dejado arrastrar por estas evitaciones... No celebrábamos a Jesús de esta manera. 

Hoy es un día de intensa preparación para dejar que Dios prepare el corazón y nos conmueva desde lo más hondo, sin una pizca de temor ni de indiferencia, y reconociendo que somos nosotros el centro de su Plan de Amor. ¿Por qué no responderle? ¿Qué cosas nos lo impiden? Tal vez sea momento de despertar de nuestras utopías y comenzar a andar en la Verdad que nos libera: ¡Dios es Dios-con-nosotros! 

Feliz IV Domingo de Adviento, ya el siguiente será Navidad. 

Un abrazo fuerte. 

P. Samuel 

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