¡Ven, aliento de vida!


Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20, 19-23)

¿Te has dado cuenta de tu finitud, de que eres de barro, de que no lo puedes todo y eres contingente? ¡Cuánto nos cuesta y cuánto nos duele saberlo! Pero hoy tengo para ti una bella noticia: Dios es quien lo hace todo en todos, y renueva todo lo creado. ¿Lo crees? 

Cuando pensamos que ya no hay sentido alguno para vivir, sucede "algo" que nos hace retomar el rumbo; cuando creo que ya no hay esperanza para seguir, ocurre una situación que me hace retomar el horizonte vital; cuando nos desmoronamos por dentro, de repente, como de la nada, una fuerza interior como fuego abrasador nos restaura. ¿Lo has vivido alguna vez? Seguramente sí, aun entre las múltiples distracciones y despistes ("desatención" y descuido que, por cierto, no son culpa de Dios sino nuestra). Cuando no nos queda nada sino la sensación de ser un simple cuerpo inerte, viene un soplo de vida y nos reanima, haciéndonos nuevos continuamente, realizando y actualizando una nueva creación

Nuevos inicios, nuevas vueltas a empezar, receteos de la propia vida, reprogramaciones insospechadas... ¡Dios es creatividad infinita! ¿No lo notas? Entonces, ¿por qué tanto temor a la novedad que trae su Espíritu, día tras día? ¿Por qué sigues acobardado con las puertas cerradas y el corazón endurecido? 

El Señor quiere una humanidad renovada, en continua "nueva oportunidad"; un nuevo tiempo en que reconstruyamos nuestra existencia y dejemos que su aliento de vida nos asombre con su brisa, a veces suave -otras veces como torrente incontenible de Gracia-. 

¡Hoy es el día! Día de que nuestro barro sea reanimado por el Espíritu, nuestra soberbia sea barrida desde la raíz, nuestros pecados sean lavados y nuestros errores enmendados. ¡Hoy es el día de la oportunidad! 

Iglesia que vuelva a nacer, que retome su marcha, que humanice sus sendas, que reoriente sus horizontes, que saque las heridas al sol sin miedo y con valentía, que se rinda ante el Rey para ser sanada y, en franca humildad, se reconozca pobre y necesitada de consuelo y alegría fecunda. Porque sin Él, sin su Espíritu de vida, nada somos, nada hacemos, nada tenemos. Solamente reconociéndonos conducidos por el Espíritu es que podemos proclamar (con palabras y obras) que "Jesús es el Señor", y anunciarlo a tiempo y a destiempo, a los que todavía hoy, -y con gran fuerza-, siguen vociferando irrespetos prepotentes contra Dios y su vida abundante y verdadera, por una simple razón: porque no le conocen. 

Su venida es fuerza que nos transforma y lanza al mundo, aliento vital que nos quema por dentro y nos envía, irresistiblemente, a comunicarlo. Impulso de vida "hacia dentro" para transformarnos, y "hacia fuera" para transformar. 

Pide al Espíritu Santo el don que más necesite tu corazón, y renueva ante Él tus anhelos de ser habitado, fecundado, restaurado y revitalizado. ¡Sólo Dios lo puede todo! Conviene entenderlo desde los ojos de la fe, para que podamos escuchar de nuevo sus palabras amorosas que nos devuelven la vida: "Paz a vosotros". 

Te dejo esta sencilla canción, compuesta hace mucho tiempo. Que resuene en tu corazón como invocación a quien todo lo hace nuevo: Ven, Espíritu del Señor

¡Feliz Pentecostés! 

P. Samuel 


Comentarios

  1. Feliz fiesta que el Espíritu Santo derrame todos sus dones sobre nosotros.

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