¡El que persevera, vence!

En aquel tiempo, como algunos hablaban del templo, de lo bellamente adornado que estaba con piedra de calidad y exvotos, Jesús les dijo: 

«Esto que contempláis, llegarán días en que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruida». 

Ellos le preguntaron: 

«Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?».

Él dijo: 

«Mirad que nadie os engañe. Porque muchos vendrán en mi nombre diciendo: “Yo soy”, o bien: “Está llegando el tiempo”; no vayáis tras ellos. 

Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. 

Porque es necesario que eso ocurra primero, pero el fin no será enseguida».

Entonces les decía: 

«Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países, hambres y pestes. 

Habrá también fenómenos espantosos y grandes signos en el cielo.

Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, y haciéndoos comparecer ante reyes y gobernadores, por causa de mi nombre. Esto os servirá de ocasión para dar testimonio. 

Por ello, meteos bien en la cabeza que no tenéis que preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. 

Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os entregarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán a causa de mi nombre. 

Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas».

Lc 21, 5-19.

¿Sabías que si lees la Palabra de Dios todos los días durante tres años seguidos habrás leído prácticamente toda la Biblia? Esto ocurre porque la Iglesia, que es Madre y Maestra, nos acompaña de manera pedagógica en la escucha atenta de Dios en su Palabra. Estamos precisamente completando un trienio, y la próxima semana, con la Solemnidad de Cristo Rey, cerramos el año C y comenzamos un nuevo ciclo. Esto lo señalo porque los textos de la Palabra en estas últimas semanas contienen una teología de los "últimos tiempos" (escatología), por la cual podremos comprender a qué se debe el que escuchamos textos un tanto difíciles de digerir y con frases caóticas e ideas apocalípticas. Escucharlas, nos acerca casi de inmediato a interpretar por contraste lo que hoy vivimos en nuestro mundo: guerras, divisiones, catástrofes naturales, persecución, líderes nefastos y de baja moral, y un sinfín de situaciones que apuntan al fin, al día en que "no quedará piedra sobre piedra". 

Cristo se nos presenta como la respuesta ante los interrogantes más hondos de la vida humana, sintetizados en tres categorías: el pecado, el mal y la muerte. En la Resurrección, Dios recapitula todo en Cristo, lo hace todo nuevo, redime todo lo creado. Por eso, las palabras de Jesús en el Evangelio cruzan siempre el umbral hacia la Esperanza. El sentido histórico del texto nos sitúa ante un acontecimiento puntual ocurrido con la destrucción del templo; el sentido teológico nos muestra que, por encima de toda evidencia de un final está la eternidad como horizonte y, por tanto, la fe como realización del sentido actual en nuestra vida. 

Queda claro que, por sobre todo, es Dios quien da consistencia y sentido a lo que somos. ¡Es nuestro Creador! Y en Él, ya no están sujetas las cosas a la corrupción, el fracaso, el miedo y la muerte. Es cierto que necesitamos aumentar nuestra fe para comprender el misterio de Vida que se esconde tras la Cruz, pero es esa nuestra Esperanza. Por eso, escuchar y dejarnos interpelar por las indicaciones que Jesús da a sus discípulos nos da una inmensa serenidad de espíritu: 

- Ante los temores de un futuro incierto: "No tengáis pánico", en sus manos todo está seguro, porque sólo Él toma lo mismo y lo hace distinto, mejor, nuevo, redimido. Hoy, jornada mundial de los pobres, hemos de reconocer que el miedo esclaviza y es la puerta para la manipulación, justamente lo que hoy vivimos en regímenes del terror. 
- Ante nuestra vulnerabilidad, "Yo os daré palabras y sabiduría", porque Dios mismo sale en defensa nuestra y ante Él ningún adversario se atreve a contradecirlo. Estamos acostumbrados a negar o esconder nuestras sombras, pero la herida sólo se sana cuando la compartimos con quien es el único Sanador, y haciendo uso de una gran mediación que a su vez es signo y sacramento de la vida trinitaria: la comunidad, la Iglesia. Por eso es tan importante que en ella vivamos la calidez del hogar y no la aridez de los juicios malsanos y el sentimiento de condena por parte de otros. 
- Ante nuestra poca fe, el Señor advierte que la perseverancia es garantía segura de salvación, si ponemos todo en sus manos. Muy al contrario de las propuestas de este mundo actual tan carcomido por la exaltación del yo individual, Jesús nos alerta en que la perseverancia tiene como raíz la confianza radical en Dios y no en las cosas ni en nosotros mismos. 

La invitación que hoy el Señor nos hace va en la línea de afinar nuestra fe, esperanza y amor, más allá de las adversidades, ante un mundo en caos. Cabe preguntarnos entonces: ¿Qué o quién nos da seguridad ante lo que no podemos controlar? ¿Mi seguimiento de Cristo se limita a "prácticas religiosas" o realmente me compromete con la vida? 

Que tengas un feliz día del Señor. 

P. Samuel 

Comentarios

  1. I always pray that my following of Christ will always be my commitment to Him, and not religious rituals or any "religious" thing
    Btw, I have read the whole Bible in one year few times

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