¿Sacerdote24x7?

¡Hola a todos!

Desde la Cuarentena -y ahora desde el aislamiento en mi habitación- os comparto, como cada semana, mis pobres pensamientos y sentimientos cotidianos, sin mayor pretensiones que el seguir dándome tal y como es la llamada recibida por el Señor a todo el que va tras sus pasos. ¡Sin erudicciones y palabras rebuscadas de una "sabiduría impopular"!

Ante esta inusual inactividad consecuente de esta pandemia (bueno, al menos seguía orando con mis parroquianos con los #OraCanción, acompañando a la gente por llamada telefónica,  celebrando la Eucaristía diariamente retransmitida por las redes sociales y repartiendo alimentos a los fastidiados del barrio) -hoy ni eso-, he tenido el tiempo para pensar "de manera sensiente" (diría un tal Xavier Zubiri), sobre el "y entonces, ahora, ¿sacerdote para qué?". Y sí, no os niego que todavía estoy en proceso de asumir esta verdad, que, por cierto ya me ha tocado constatar, por Gracia, en otros episodios importantes de mi historia personal. 

La realidad de vulnerabilidad, ¡gloria a Dios! ¡Qué bella y gran verdad! Que si lo pensamos mejor, en ella se encierra el Misterio de Dios, la cuna de paja, la pobreza de Nazaret, la calumnia recibida... la Cruz. ¡Vulnerabilidad, fragilidad, debilidad...! Aún con sus matices, cada uno ponga el nombre que mejor encaje. Lo cierto es que eso somos los seres humanos. ¡Barro! 
Y digo esto pensando en mi servicio sacerdotal, en mi vocación de consagrado, en la llamada a "ser pan", con Cristo, y "eucaristizar" mi vida para que todos tengamos la Vida. Y tan frecuentemente operamos desde el estado "útil" de las cosas, que nos tornamos siempre tan torpes y cortos de mente y de espíritu para entender que, aunque el hacer me pertenece, no me define. Aunque mi acción es evidencia de lo que soy, mi existencia no se limita a mi hacer. En primer lugar porque somos seres morales, pero no sólo. En segundo lugar, porque llevamos en nosotros la impronta de una humanidad que es imagen y llamada a la semejanza con nuestro Hacedor. En tercer lugar, porque la presencia precede a la acción, por muy "buena y generosa" que ésta sea (recordemos que intención y actitud también son parte de lo que somos, y no siempre están enmarcadas en la acción). Y así, podríamos enumerar mil razones más. 

Pero, a lo que voy. Como sacerdote, es tan fácil desorientar la perspectiva, sea para justificar la mediocridad, la comodidad o bien el activismo superficial... y tomamos poco tiempo para entender la profundidad del Don recibido. Don que no sólo se concreta o mide en mi "capacidad operativa" o en mi "utilidad eficaz" para resolver los problemas sociales, como si dependiera todo de uno. (¡Más bien, a veces sería mejor desaparecer, para no estorbar!). 

Desde el año 2003 entendí que no, que mi presencia para Dios y para los que me quieren es mucho más que una acción positiva y eficaz. (Lo entendí en estado de postración en una cama durante meses. La "anécdota", en otro momento).
 
Llamado a unirme al Sacrificio salvífico de nuestro Señor, a su Pasión, Cruz, Muerte y Resurrección, entiendo que "aunque yo hablara lengua de ángeles... si no tengo amor, ¡nada soy!" (1Co 13, 1ss). Comprendo (o mejor, lo confirmo), ahora con mayor hondura y verdad, que estos paréntesis, desiertos, oscuridades desazonadas, no son más que un tiempo precioso de Gracia para ser más en Dios, desde la propia pobreza,  para ser más de los hermanos. ¡Misterio, sí! Pero ¡qué gran Misterio de amor de un Dios Enamorado que es capaz de hacer esto en mí, en nosotros, en quienes tenemos o hemos experimentado en la carne este milagro de haber sido salvados, transformando nuestro barro en milagro. 

Y, hablando de esta última expresión, termino invitándote a que escuches este tema que compuse y grabé hace mucho, pero escrito y orado en el contexto de aquel episodio del que os hablé antes. ¡Nuestro barro es tu milagro! Aunque está escrita desde el ánimo doloroso de la Cruz, sin duda que deja una gran alegría llena de certezas y Resurrección.


Ausente de estos medios que ya se me hacen cada vez más habituales, en días de mayor confinamiento por sospecha del bicho en mi cuerpo, sigo acompañando y dejándome acompañar, caminando juntos mientras cantamos. 

Hasta otro día. De este pobre y a-graciado cura. Y, sí, ¡sacerdote 24 x 7! 

Comentarios

  1. Palabras que llegan al alma... Dios siempre presente, un abrazo Padre

    ResponderEliminar
  2. Por favor cuidate. Muchos necesitan de ti

    ResponderEliminar
  3. Wao Samu palabras que llegan al alma... que cuando iba leyendo iba reviviendo cada paso de aquello que viviste! Amigo se y tengo la firme convicción que todo saldrá Bien que Dios y la Virgen te renovarán el don de la Salud... para que así sigas siendo ese Sacerdote cercano y preocupado un gran Abrazo de arena, los niños y mio!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario