María, Reina en el combate de la fe


Cuando pensamos en María, cuando contemplamos su presencia en nuestras vidas, nos suelen venir a los cristianos muchas ideas. Muchos experimentamos su profundo amor de madre, su disponibilidad radical y su fidelidad siempre amorosa y tierna. Mujer dócil, servidora amable, a quien una espada atravesó su corazón a los pies de su Hijo muerto en la Cruz. Pensamos y miramos a la mujer de los silencios, de los pasos suaves y las prisas al momento de auxiliar. Tantas actitudes de fondo, cuánto Evangelio dentro de sí, la que llevó el Evangelio mismo en sus entrañas. 

Joven sencilla de Nazaret, Madre que vivió entregada desde lo cotidiano al amor de Dios; lo engendró, lo mimó, lo sostuvo entre sus brazos mientras servía a los hermanos, acompañaba a los vecinos, sufría lo indecible por los suyos, muy cercana al corazón misericordioso de Dios, su Señor. Todo esto y más lo es María, peregrina incansable en el camino de la vida y valiente mujer de lucha y sacrificio. 

Es curioso que, de entre tantos rostros de nuestra Señora, a veces sobresalen en nosotros, -todavía hoy,- aquellas imágenes de una mujer sumisa y débil, y ésta es una tentación que podría más bien ser reflejo de un modo equivocado de ver la figura de la mujer. ¡Nada más lejos! 

María es figura de mujer que sabe transformar desde dentro todo lo que ve, que se lanza decidida a lo más profundo, que mira a lo alto, que aún en su humildad es elevada a las alturas de la gloria de Dios por su firmeza y su fe inquebrantable. En efecto, el Papa Pablo VI nos dice que María es "una mujer fuerte que conoció la pobreza y el sufrimiento, la huida y el exilio: situaciones todas estas que no pueden escapar a la atención de quien quiere secundar con espíritu evangélico las energías liberadoras del hombre y de la sociedad". ¡Ella es María! 

Hoy, en esta hermosa Solemnidad de su Asunción, es ocasión propicia para completar ese mosaico majestuoso y bello que representa su presencia para la Iglesia y el mundo, una presencia más que real. Su mirada fija en el Amor es precisamente la mirada que combate las fuerzas del mal y disipa las tinieblas con su fe. ¡Esa es la dicha de ser Hija elegida del Padre, Madre tierna del Hijo y Esposa alegre del Espíritu! 

La mujer que pisa las serpientes (hoy también sueltas en el mundo y disfrazadas con tantas caretas). La que dice un "sí" a la vida con temeridad, la que auxilia a su prima y le sirve, la que intercede ante Jesús para que comience en Él la misión del Reino y haga de nuestras sombras, luz; de nuestro barro, milagros; de nuestra debilidad, su fortaleza; y de nuestra vida amarga e insípida, el mejor vino nuevo. ¡Es María la del Magníficat!

Por esto, en todos tus momentos, alegres o tristes, en Gracia o en pecado, invoca a María, porque ella -te lo comparto como testimonio vivo de ello- es la mediadora de todas las Gracias y Auxilio en nuestros peligros. ¡Y verás que, por ella, el cielo se abrirá de nuevo, y verás los milagros! 

Te abrazo con el corazón, hoy dando gracias al Señor por regalarme el don de la vida y la alegría de compartirla contigo. 

P. Samuel 

Comentarios

  1. Santa María, Asunta a los cielos, Ruega por nosotros.

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  2. María, madre con tu auxilio,guianos por el camino del bien. 🙏🙏🙏

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