Amarás...


Aunque todavía no nos hemos enterado del todo, si algo ha venido a traernos esta mal llamada "nueva normalidad" consecuencia del "bicho invisible", es la confirmación de nuestra condición humana. No sé tú, pero yo con la mascarilla puesta todo el rato me siento, además de un mortal asfixiado y un tonto disfrazado, un ser verdaderamente vulnerable. Me miro al espejo y pienso que, así como tengo que cubrir la mitad de mi rostro para sobrevivir y proteger a otros, del mismo modo vivo entre corazas de fuerza que encubren mis miserias, esclavitudes y debilidades (que son tantísimas). Y es que ésta es mi historia, la tuya y la de toda la humanidad, la de hoy y la de siempre. ¿O no?

Si algo nos llama a mirar el presente y proyectar el futuro es el haber tenido un pasado, y esa memoria de la que gozamos es la llave de la renovación de toda la existencia. Por eso para la tradición judía y cristiana, la memoria es más que simple recuerdo. Digo esto porque para Israel el acontecimiento de la salida de Egipto fue, entre muchos otros, el hito de liberación vivido como respuesta por parte de Dios al clamor de sufrimiento de su pueblo. 

¡Vulnerabilidad! Esa palabra que proviene del latín, "vulnus" (herida, llaga), que sella nuestra naturaleza imprimiendo carácter, es no sólo condición de posibilidad para la libertad, sino que es la clave del encuentro personal y comunitario con el Dios vivo y verdadero. Quizás la situación de increencia que hoy vivimos como sociedades no es más que consecuencia de la actitud autosuficiente y soberbia en la que hemos caído. No por nada el pecado original tiene como fondo la "egolatría". ¡Nos cuesta demasiado el reconocernos débiles! Pero la vida se encarga de hacernos pisar tierra, a unos con sufrimientos que llevan desde niños, a otros con situaciones de destierro y exilios inesperados, a otros con rupturas sentimentales o muertes repentinas de los amados... pero a cada uno nos llega (o llegará) el "día de la humildad forzada", el "hacer tierra". 

Y ese día nos enteraremos de que somos criaturas, nacidas para amar, soñadas desde toda la eternidad para ser imágenes del Creador que es Amor, hermanos del Salvador que es El Amado, recintos del Santificador que conjuga maravillosamente en nosotros el verbo Amar. Ese Dios Amor que nos hace Uno, y nos quiere Uno con Él, es quien hoy y cada mañana te guiñe el ojo para que disfrutes de su vida abundante, ahí, en lo que te toca vivir, desde lo pequeño y frágil. Un Dios enamorado, no sordo; ilusionado por ti, no indiferente... ¡Quién no se enamora de un Dios así, y se olvida de tantos otros falsos dioses! Solamente así vamos comprendiendo que en ser pequeños está nuestra fortaleza, parafraseando al (antes) soberbio Saulo, que se hizo todo un Pablo cuando, manteniendo su tenacidad, se dejó traspasar hondamente por el Amor. 

Hoy nos toca restaurar de nuevo la esencia y el sentido de nuestra existencia; la realidad de lo que resume la Ley y los Profetas; la verdad que nos devuelve la alegría; la certeza que nos despierta cada mañana a mirar al cielo y dar gracias por tantas gracias recibidas; lo que mueve al mundo a ser mejor y produce en nosotros una gran fuerza transformadora. Hoy toca renovarnos en el Amor que libera el corazón. 

En resumidas cuentas, estate atento y... "Escucha, Israel (tu nombre):  Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón,  con toda tu alma, con toda tu mente... y al prójimo como a ti mismo" 

(Te invito acercarte al texto completo aquí: Amarás...)

Hasta otro día, te desea este cura que camina contigo mientras cantamos. 






Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo contigo hermano!

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  2. Dios te bendiga CURITA. Cuánta verdad. Dame tu bendición a mí y ora por mi al Señor para que mi corazón se abra cada día más al amor por mi prójimo.

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  3. ¡Gracias por compartir tus reflexiones!

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