Antes de que nos quiten el arriendo...


La experiencia de ser migrante y de apostar la vida entre la escucha y acompañamiento a los migrantes -esa porción hoy tan vulnerada en nuestro mundo-, va restaurando paso a paso los tantos pedazos de mi corazón débil y cerrado, de mi alma de "labrador" enviado a una Viña concreta en medio de esta ciudad, tan dura y acogedora a la vez.

En estas últimas semanas, el Señor en el Evangelio nos va mostrando caminos concretos de seguimiento, y las consecuencias de acatar (o no) su llamada. Ya viene desde hace días escuchando las tonterías de sacerdotes y ancianos, de letrados y doctos que, perdidos entre los escombros de la rigidez moral y la religión esclavizante, se llevan las manos a la cabeza simulando el asombro, autojustificando la hipocresía y la doblez. Como contraparte, nos encontramos a un Jesús un poco harto ya de la cerrazón de mente y corazón, hablando en clave de historieta, a ver si así se enteran (o nos enteramos). 

Así, recordando una historia ya contada por Isaías siglos atrás, Jesús la retoca con un final distinto (puedes leer de qué van las lecturas de este domingo, así no perdemos estas líneas en contarte una historia ya contada. Pincha: Isaías y Jesús hablan de una Viña)

¡Ay, los labradores del cuento! ¡Ay, los magistrados y fariseos del tiempo de Jesús! ¡Ay, curitas de parroquia y superiores de comunidad!... ¡Esto va pa' nosotros! 

Sí, esta vez nos toca a nosotros el sermón y el regaño, muchas veces merecido cuando nos hemos adueñado de lo que se nos ha confiado pero que no es nuestro, como arrendados con ínfulas de propietarios. Y es que lo somos cuando vivimos con autorreferencialidad nuestro ministerio, y no con la mirada puesta en Cristo sufriente en el hermano. Lo somos cuando nos creemos intachables y con moral irreprochable, y no como pecadores necesitados de la Gracia salvífica. Lo somos cuando vivimos con comodidad, holgazanería y pasotismo nuestra encomienda a cuidar del viñedo. Es como apalear, usurpar y talar el sembradío confiado por el Señor. 

¡Por eso, por tanto más, te pedimos perdón! Sentimos dentro de nuestro corazón la llamada a vivir de raíz el don recibido, y lo intentamos poner por obra cada día con lo que somos y tenemos. Con el sacramento del Orden o con la profesión de votos no se nos ha borrado nuestra condición humana, antes bien experimentamos con mayor crudeza la propia vulnerabilidad desde la cual vivimos. 

No siempre somos buenos administradores de la viña, no siempre vivimos serenamente nuestras heridas desde las llagas de Cristo, sino que las ocultamos por temor a vivir al desnudo y con los pies descalzos. Preferimos la autodefensa arrogante a la humildad de quien se sabe profundamente primereado en el amor. ¡Perdóname, perdónanos! 

En nombre de tantos curas, monjas, frailes, consagrados, "jefes" de comunidad, quiero, necesito exponer ante ti, pequeño Rebaño, Viña maltratada, mi indigencia plena desde la que me he sentido amado y llamado, inmerecidamente alentado y perdonado. Solamente desde esta experiencia de impotencia logramos vislumbrar la Belleza que nos salva, la Bondad que nos redime, la Verdad que nos alcanza, agraciando nuestra desgracia, abrazando nuestra soledad, aligerando nuestra carga, apacentando nuestra rigidez, curando nuestras cicatrices y cambiando nuestro luto en danzas y nuestro lamento en cantos de liberación. Sólo así nos hemos de convertir en testigos, pastores, compañeros de camino y hermanos entre los hermanos. ¡Ayúdanos con tu oración, testimonio y cercanía! 

Que pueda, junto contigo, cosechar los buenos frutos tan deseados por el Padre, antes de que nos quiten el arriendo, y ceda el Viñador su viñedo a otros más fiables. 

Seguimos caminando contigo mientras cantamos. ¡Hasta otro día! 



Comentarios

  1. Que bonito hermano, no es nada fácil ser migran te, pero debe tener un buen fruto. Y espero estar por descubrir cuál es mi aprendizaje de estar fuera de mi país y ser en muchas ocasiones maltratada por gente fue bien acogida en nuestra tierra de gracia Venezuela 🇻🇪. Un abrazo. Te quiero y sigue acompañando a tantos que necesitan de Dios

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