NOVENA A MARÍA AUXILIADORA

Para estar en comunión durante estos días difíciles, nuestra Parroquia de Cristo Rey de Zaragoza te propone orar a Dios por intercesión de María, Auxiliadora y Madre, a través de la Novena a María Auxiliadora recomendada por San Juan Bosco en tiempos difíciles. ¡Compártelo!
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“Tengan mucha fe en Jesús Sacramentado y en María Auxiliadora y estén persuadidos de que la Virgen no dejará de cumplir plenamente sus deseos, si han de ser para la gloria de Dios y bien de sus almas. De lo contrario, les concederá otras gracias iguales o mayores” (San Juan Bosco). 

Sólo tres pasos: 

1. Reza el Santo Rosario en familia, de acuerdo a los Misterios del día. 

2. Concluye con tres Ave María especiales, como sigue: 

- Madre amable de mi vida, auxilio de los cristianos, la pena que me atormenta, pongo en tus benditas manos. (Ave María).

- Tú que sabes mis pesares, pues todos te los confío, da la paz a los tristes y alivio al corazón mío. (Ave María).

- Y aunque tu amor no merezco, nadie recurre a Ti en vano, pues eres Madre de Dios y Auxilio de los cristianos. (Ave María).

3. Haz tuyas las mismas palabras de María en el Magníficat: 

Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador, porque ha mirado la humillación de su esclava. 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí. Su nombre es Santo, y su misericordia llega a sus fieles, de generación en generación. 
Él hace proezas con su brazo, dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes, y a los ricos los despide vacíos. 
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia, como lo había prometido a nuestros padres, en favor de Abrahán y su descendencia por siempre. 

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo...

Oración final: Dios omnipotente y misericordioso, que has establecido de una manera prodigiosa en la Santísima Virgen María un constante auxilio para la defensa del pueblo cristiano; dígnate concedernos que, combatiendo durante la vida presente revestidos con este escudo, podamos en la hora de la muerte alcanzar la victoria contra el maligno enemigo. Por Cristo Nuestro Señor. Amén!

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