¡Tú vales lo que pesas (a los ojos de Dios)!

Confieso que lo único que podría echar de menos de mis 130 kg de antes es el piropo simpático y jocoso que recibía de algunos de mis amigos: "¡Es que tú vales lo que pesas!". Evidentemente, son mis amigos, y más allá del chiste, nos valoramos por lo que somos. ¡Es lo grande y bello de la amistad verdadera!

Pero, sabemos que en los parámetros del mundo de hoy bien se conoce de "hacer valoraciones"; nos pasamos la vida sin vivirla, queriendo vivir la de otros, lamentándonos de lo que nos ha tocado, viendo el vaso medio vacío, como si se tratase de la suerte y el azar. Ese "dios de casinos" que nos hemos inventado lo llevamos bastante dentro de nosotros, como achacando a Dios, a los otros, al azar, a la vida, a... nuestra propia negligencia y holgazanería. 

Con la grandiosa Parábola de los talentos  (haz clic sobre la Palabra,  y léetela entera) nos pone Jesús en nuestro sitio, como siempre. Intenta despertar en nosotros el "locus de control interno" del que hablan los psicólogos, poniéndonos en alerta máxima: ¿qué hago yo con lo que se me da? Más allá de que en realidad el "talento" era en su contexto una unidad de medida (kilos de plata), el castellano nos permite traspolar el término a lo que conocemos de toda la vida: Esa especial capacidad intelectual o aptitud de una persona para aprender las cosas con facilidad o para desarrollar con mucha habilidad una actividad. 

Para Dios no somos lo que sabemos, lo que pesamos, lo que tenemos. No valemos para Él según nuestras brillantes destrezas, ni por ricos, ni por "tituleros", ni por coeficientes insuperables. Él te ha soñado así, como eres, único e insustituible, imperfecto a nuestros ojos; perfecto a los suyos. No nos ha "dado" regalos. ¡Nos ha hecho regalos! El problema está cuando eso no lo hemos reconocido, porque acabamos enterrándonos en vida, viviendo sin abrir el envoltorio, sin desenlazar los lazos de nuestros miedos y complejos. ¡Somos como regalos sin estrenar! Y nos regodeamos en las frases: "Se me da mal", "soy feo", "me duermo en misa", "nadie me quiere, todos me odian" (síndrome de Calimero)... 🐣

Pero, Dios espera también algo de ti. Somos don y tarea, obra maravillosa aun no completada, lienzos a medio hacer, con la maravillosa intención de que multipliques lo que se te ha dado, y que no te quedes en lo mínimo. La realidad está para mirarla y hacer algo para transformarla, no para meter la cabeza en la tierra para evadirla, como hace el avestruz. Así que mira tu realidad alrededor, y echa una mano, que el mundo está mal, ¡y lo sabes! ¡Échale ánimo y espabila, que la vida aun te espera, tengas la edad que tengas! ¡Pobre o rico! ¡Nativo o migrante! 

Sé protagonista de tu película y no seas tu propio villano. No sea que llegue ese último día en que descaradamente nos conformemos diciéndole al Señor: "He enterrado el talento... ¡Ahí tienes lo tuyo!"

Hasta otra ocasión, se despide este cura que camina contigo mientras cantamos. 

Comentarios

  1. Que el Espiritu Santo nos ilumine para Saber reconocer nuestros talents...

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  2. A seguir descubriendo el regalo que somos cada quien para este mundo...Mi tema favorito 💝🙏 Bendiciones!!!

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  3. Gracias Samuel por tus acertadas reflexiones. Dios tiene grandes planes para nosotros.

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