¡Dejarnos transfigurar, salir de la comodidad!

Hace unos meses la vida nos ha dado un importante giro, aunque todavía nos cuesta mucho creerlo. Esto no es una coyuntura, un episodio pasajero para contar a nuestros amigos, hijos y nietos; este "capítulo Covid" vino para quedarse, lo queramos o no. 

Este acontecimiento está trastocando las formas y cuestionando el fondo; por un lado o por otro nos está tocando reorientarnos -personal, comunitaria, socialmente- y, pronto, seguramente, cuestionará nuestros modelos de organización sociopolítica y cultural. ¡Lo queramos o no! Y subrayo esto porque siempre, en algún momento de nuestra vida, -en nuestra juventud o adultez- nos toca resituarnos, salir de nuestra zona de confort, de nuestras seguridades, remar hacia lo profundo. ¡Y, no está mal! ¡Es una magnífica ocasión!

Miremos así el asunto, con optimismo realista, para no dejar de conmovernos desde la esperanza y la ilusión, por una realidad que nos está superando y ante la cual sentimos el miedo natural a lo desconocido. 

Jesús se movió siempre con una gran libertad, desde su propio centro, no distraído por las circunstancias, sino movido siempre desde y  hacia lo definitivo, es decir, hacia el corazón mismo de Dios. Y no sólo así se movía entre los suyos, sino que así invita al seguimiento: escuchar el corazón del Padre con la libertad que se nos otorga como a sus hijos amados, con la única seguridad de que Él nos ama incondicionalmente y nos llama a dejarnos iluminar por la presencia transfigurada de su Hijo. Ahora bien, incluso ante dicha presencia, los discípulos más queridos y entrañables -Pedro, Santiago y Juan- continúan sin enterarse de nada, disfrutan de esa sensación de libertad y desean quedarse en aquella seguridad del Tabor, "¡Qué bien se está aquí, hagamos tres tiendas!".

Pero Jesús, como no se niega a sí mismo, los resitúa (en el silencio entrelíneas del pasaje evangélico podríamos imaginarnos un 'que no, que no, qué tiendas ni qué ocho cuartos, ¡aterrizad, que nos toca bajar!'). Vive en la contemplación realista, no en una quietud desencarnada ni anestesiada. Jesús contempla en todo a su Abba (a su "Papito", para entendernos) pero con los pies en la tierra, no con "estados quietistas" que nos acrecientan la indiferencia, nos adormecen el alma y nos hacen huir del dolor. Jesús, en cambio, nos invita a contemplarle transfigurado, en su Presencia viva y sacramental, pero también a contemplarle desde la realidad, y, más aún, a contemplar la realidad, por muy dura que ésta sea, porque "el aquí y el ahora" es coordenada de salvación, es nuestro "kairós" (tiempo oportuno para la acción de Dios en nuestra historia).

En resumen, muchos santos, -hermanos que nos han precedido- han sabido interpretar desde Cristo la llamada al seguimiento, desde la realidad que les tocó vivir. Don Bosco invitaba a sus muchachos a vivir caminando "con los pies en la tierra, pero con la mirada puesta en el cielo". Así no nos perderemos el presente ni el cielo; es más, sólo así haremos de nuestro "hoy" la eternidad. 

Pide hoy al Señor que te disponga a dejarte transfigurar, a limpiar la mirada, a dejarte iluminar los ojos de su Amor (aprovecha que la mascarilla nos favorece a resaltar nuestras miradas 😷), a dejar las propias seguridades y abajarte con Jesús a la realidad, para contemplarla más de cerca, desde dentro. Recuerda que eres el "ahora de Dios", ¡no te duermas!. 

Seguimos caminando juntos mientras cantamos. 

Comentarios

  1. Bellísima reflexión y cuánto nos cuesta aceptar el aquí y ahora!

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  2. Transfigurame Señor,TRANSFIGURAME.
    Y a todos en tu misma nube que a Ti te envuelve,transfiguralos....y a mi,con ellos transfigurame Señor,Transfigurame.

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