¿Ante quién me arrodillo?

Hoy es un día mágico para nuestros chicos, lleno de ilusión y esperanza. ¡Sí señor, lindo día!
Esos Reyes a quienes esperamos vienen de lugares remotos, de sitios desconocidos. Aquellos que traen la sabiduría, la ciencia, la cultura, la filosofía del momento (hoy serían empresarios, personal trainers o médicos, artistas de cine o quizás grandes tecnólogos) siguen una estrella, se dejan guiar por ella y se ponen en camino. 

Mucha profundidad, mucho que aprender de ellos. Su inquietud radical por el saber se ve limitado, su sabiduría se sobrecoge ante un Niño que es la Verdad (así, en Mayúscula), su ciencia les hace reconocer que hay un Hacedor de todo. Tres caballeros que personifican hermosas realidades del mundo que, puestas al servicio, reconocidas como insuficientes, servidoras de una Bondad, una Verdad y una Belleza suprema que está en el fondo de todo, les hace moverse hacia la esperanza de encontrar lo más grande, Dios mismo envuelto en pañales. A estos Magos se les mueven los esquemas, se les derriban los juicios, se les pierde el "mando remoto" según el cual creían tener el control del universo, hasta encontrarse con su Universo, ante quien se asombran hasta ponerse de rodillas. 

Sentido de búsqueda que los lleva a admirarse y contemplar. Llanto de un niño que les mueve a no quedar indiferentes, descalzarse y adorar. Quizás vivieron algún tiempo arrodillados ante su propio saber, su propia cultura, su propia ideología, su propia política de la vida, su propia convicción, sus propias creencias y fantasmas, sus propios juicios que sostenían como inamovibles... hasta que dieron con el Fundamento de la Vida, la Vida misma, en quien se sostiene todo lo que existe. Y esa Vida latiendo en lo pequeño, en lo insignificante, en lo escondido y sucio de un pesebre. Estremecidos, se arrodillan, pierden sus propias fuerzas y se fían, posan su mirada ante la Fuente y Origen de todo su saber, y ofrecen lo que son. 

Hoy es día propicio para pensar, meditar, sentir en tu propia vida los latidos rápidos de este Misterio que nos enternece. 
¿A quién busco? 
¿Qué contemplo? 
¿Ante quién me arrodillo? 
Quizás la fe no es más que una respuesta irresistible a abajar el ego, hincar el prejuicio y arrodillarte ante ese Misterio que indudablemente está esperando entre sollozos a que ofrezcas algo de ti. 

Un cura amigo que camina contigo, mientras busca la estrella y contempla el Regalo. ¿Has encontrado el tuyo? Mírate al espejo, ¡el regalo eres tú!

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